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miércoles, 20 de abril de 2011

CAPÍTULO I Luces de colores


                                                                                                         Miércoles 25 de Diciembre de 1996
De las calles brotaban luces de colores que encendían al anochecer, los edificios brillaban de una manera peculiar y las ventanas de las casas se iluminaban con los adornos y las luces de navidad. La víspera de la noche buena tocaba las puertas de cada hogar.

Tim y su mamá regresaban de hacer las compras navideñas en un transporte público. Él se hallaba sentado al lado de la ventana moviendo la cabeza de un lado a otro, tarareando una canción de la fecha y tratando de contar con el dedo las luces de colores que veía al pasar. De pronto notó a unos asientos más adelante un niño durmiendo en los brazos de su progenitor.
- Mamá ¿Cuándo va a venir mi papá? – preguntó Tim curiosa e inocentemente. No era la primera vez que lo hacía, siempre que se acordaba o veía a algo que le recuerde a su padre lanzaba la interrogante.
- Tu papá está de viaje mi amor, ya te dije que está trabajando y volverá pronto – respondió su mamá pausadamente.

- Aaa, ¿Y va a venir hoy? – Tim la miraba con ojos llenos de ilusión y una alegría desbordante.

Margaret (su mamá) lo miró y se dio cuenta que no podía romper ese anhelo, los ojos de su hijo no podían perder el brillo de la ilusión de poder ver a su padre al menos un día, una noche, una navidad.

- Quizás venga hoy, hay que esperar que no tenga mucho trabajo, ya te dije que él está lejos y siempre piensa en ti – Margaret trató de no herir la sensibilidad de su hijo con la verdad.

- Lo esperaré hoy mami, Papa Noel seguro que lo traerá como regalo de navidad.

Nada podía presagiar lo que estaba a punto de ocurrir, la vida de Tim estaba a punto de ser sorprendida a la corta edad de nueve años. Justo a las 12:00 A.M.

10:56 P.M.
Al llegar a su casa los padrinos de Tim lo esperaban con el regalo que durante todo el año él les había pedido, una bicicleta.

- ¿Puedo subirme?

- Aún no es navidad – dijo su madrina - espera un poquito más para que tu padrino te ayude a no caerte.

- Está bien – saltando de alegría.

11:10 P.M.
Tim y su padrino salieron a comprar cohetes y luces de bengala.

- Yo quiero reventar los cohetes con el fosforo ¿ya?

- Claro, pero cuando seas grande, por ahora lo haré yo.

- Mmm… pero mi mamá dice que ya estoy grande – con vocecita de enojo.

- ¿Vez de que tamaño soy yo? – dijo su padrino midiendo con su mano.

- ¡Sí! – refunfuñaba.

- Cuando estés de mi tamaño podrás reventar los cohetes que quieras, por eso tienes que comer toda tu comida.

- ¡Ya! Hoy me comeré toda la comida que está haciendo mi abu.

11:30 P.M.
La abuela de Tim preparaba la cena. Pavo al horno con ensalada rusa, papas doradas y arroz. A simple vista los platos se veían extremadamente apetitosos haciendo agüita la boca de los que pasaban por la cocina. La abuela quería mucho a Tim ya que fue el primero de sus nietos en llegar al mundo y el primero en quedar sin un papá que lo cuide de pequeño.

11:45 P.M.
Los regalos posaban alrededor del colorido e iluminado árbol dando la imagen de una postal navideña.

11:50 P.M.
La cena estaba servida, los cubiertos al lado derecho de los bien fornidos platos, las salsas y los vinos en el centro de la mesa haciendo compañía a las solitarias partes del pavo que aguardaban en la enorme fuente plateada a ser devoradas.

11:52 P.M.
Cada quien se sentaba en su lugar de preferencia.

11:54 P.M.-
Tómense de las manos y vamos a orar a Dios por brindarnos estos alimentos – dijo la abuelita cerrando los ojos.

11:55 P.M.
Gracias, Amen.

11:56 P.M.
Empezó el banquete. Unos cortaban al pavo con el cuchillo y tenedor, el padrino de Tim se echaba casi todo el ají, su tía ponía al costado del arroz un poco más de ensalada, sus primos agarraban con las manos al pavo dando una mordida descomunal, pero otros trataban de imitar a los adultos tomando el tenedor y cuchillo sin nada de pulso.

11:59 P.M.
Sonó el timbre, pero nadie quería ver quien tocaba.

- ¿Quién será? – dijo Margaret rumiando el sabroso pavo, se paro limpiándose los labios con la servilleta y se dirigió a la puerta.

- Yo abro mamá – Tim se paró más rápido que una bala y embaló a ver quién era.

- ¡Espera no abras! – dijo su madrina – este chiquito caray.

Tim abrió la puerta en un chasquido y miró en contrapicado, de pies a cabeza.

12:00 A.M.
- ¿Sí? ¿A quién … – cuando miró los ojos de esa persona supo al instante que lo conocía, pero sabía que era la primera vez que lo veía, su corazoncito de niño travieso empezó a latir sin sentido alguno. Redondeo los ojos y dio media vuelta, Margaret llegó a la puerta y Tim sentía que había visto un fantasma, pero no estaba asustado ya que ese fantasma llenaba de alegría su ser. Margaret achino los ojos y lo vio.

- ¿Juan? ¿Eres tú? – todas las cabezas de la mesa voltearon al oír el nombre – Margaret estaba emocionada y Tim a espaldas de su mamá no desprendía la mirada atónita del tipo de la puerta.

-¿Quién es él mamá? – jalando la blusa su madre y sin despegar la mirada de aquel sujeto.

- El es tu papá – las lágrimas empezaron a manar– ha venido a verte.

El rostro de Tim no mostraba emoción alguna, pero dentro de él se encontraban sentimientos que nunca había sentido, no sabía si lanzarse a abrazarlo o tan solo darle la mano, “¿él es mi papá?” “le voy a dar la mano” pensó; cuando quiso avanzar se dio cuenta que no podía moverse, sus piernecitas no le respondían, bajo la miraba para ver qué pasaba y de pronto sintió que unas manos grandes lo cargaban, poco a poco se iba elevando hasta llegar a ver a su papá cara a cara, lo acercó a su pecho y le dio un abrazo que hizo salir toda la emoción contenida dentro del cuerpecito.

- Hijo te quiero, nunca voy a volver a dejarte te lo juro – Juan lloraba junto con Tim en ese abrazo afable que duraba ya minutos. Los cohetes empezaron a reventar en las calles, la noche se aclaraba por momentos, los vecinos se saludaban afectuosamente, Tim y su papá miraron el show gratuito de juegos artificiales que iluminaban los cielos de mil colores, Tim miró la mano de su padre y la tomó, fue el día más feliz de su vida.


                                                                                                               Lunes 21 de Diciembre de 2008
Abrió los ojos y sonrió

- ¿Narrar el día más feliz de mi vida? Sin dudas le puedo decir que fue cuando vi a mi padre por primera vez en una navidad, no quiero contarla porque es una larga historia aunque la vi en un parpadear.

Se encontraba en una charla tutorial de la universidad, tenía veintiún años y cruzaba el sétimo ciclo. La nostalgia de la fecha hizo recordar a Tim ese día tan especial que nunca olvidó por más que pasaron doce años.

- Bueno Tim tú eras el último – dijo el tutor – pueden irse muchachos y no se olviden que para la próxima semana tienen que traer las separatas resueltas.

Cada quien tomó sus cosas, se despidieron del profesor y se marcharon. Lucy y Tim se fueron juntos, eran enamorados desde sexto ciclo por lo que levaban cinco meses de relación.

¿Por qué no contaste como conociste a tu papá? Quiero que me cuentes como fue ese momento – Lucy abrazaba el brazo de Tim mientras caminaban – por favor sí.

- En realidad no hay mucho que contar, solo que me emocione tanto que ni pude moverme, en eso él se acercó y me abrazo tan fuerte que nos pusimos a llorar – rió – en ese tiempo tenía nueve años y era un llorón.

- Qué lindo – mirándolo – y que pasó después.

- No te miento cuando te digo que fue una de las navidades más bonitas que tuve, pero no pasó de ahí – caminando y mirando al piso.

- No entiendo – Lucy frunció el seño – que quieres decir que no pasó de ahí.

- Mi padre al momento de abrazarme me hizo una promesa que mi cerebro registró en un instante.

- Y se puede saber cual fue esa promesa.

- Me dijo que nunca me volvería a dejar y sin embargo no cumplió su promesa, es por eso que ya no puedo creer en él.

El silencio se apoderó de Lucy atinando a solo abrazarlo mientras iban caminando entre la aglomerada multitud de estudiantes universitarios.

                                                                                                                                       Continuará…

sábado, 9 de abril de 2011

¡PREMIO! BLOG MÁS ADORABLE

Ganador de mi primer premio al blog más adorable. Tengo que agradecer a http://lascosas-dela-vida.blogspot.com/ por entregarme este premio y también a mis seguidores que siempre me leen. No olviden que cada miércoles un nuevo post.



REGLAS!
Decir en que te inspiras para hacer una entrada: No diría que mi inspiración abarca todas mis entradas, también está el esfuerzo y trabajo por querer publicar algo que le guste a los demás. La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.


 
Describirse en cuatro palabras: Soy divertido, responsable (en algunos casos),  puntual y medio loco.

 
Pasar a los blogs más adorables:
http://kheii364.blogspot.com/
http://yaky1193.blogspot.com/
http://hitmendloveme.blogspot.com/
http://sonrisadeazucar.blogspot.com/
http://micabezahaceboom.blogspot.com/
http://laignoranciaestumejoramiga.blogspot.com/
http://galimatiasenmianomalaexistencia.blogspot.com/ 

miércoles, 6 de abril de 2011

NUNCA ES TARDE


El cielo se tornaba color naranja y el sol se ocultaba ya, gaviotas que se veían como puntitos negros en el aire en dirección al cálido atardecer, una playa con muchas parejas divisando el majestuoso san set, la arena tibia que paso a paso se metía entre los dedos de sus pies. Era Eduardo, caminando con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo sus sandalias, mirando con la cabeza baja como sus pies se hundían en el asperón. Al llegar al muelle sacó un lapicero y una hoja, se sentó al borde mirando como las olas rompían con furia antes de llegar a la orilla. Escribió.

“Hoy te fuiste lejos de mí y no pude hacer nada por detenerte ya que no sabía de tu viaje, no hubo una despedida y eso me hace pensar que aun estas aquí conmigo. No pude decirte lo siento, perdóname por todas las que te hice pasar, perdóname por todo el sufrimiento que te causé, tu no merecías que te trate así. Fuiste una de las personas más importantes en mi vida, me enseñaste a ser paciente, a luchar por algo que quería, me enseñaste a amar y a odiar, a reír y también a llorar, aprendí a valorarte hoy, cuando ya estas lejos de mí. No sé si podre soportar tu ausencia, no sé cuando regresaras, no sé si algún día leas esto, no sé si aún me odias, no sé si aún me amas, no sé qué hare sin ti, no sé si te volveré a ver. Esta incertidumbre me carcome el alma y siento como si el corazón fuese a estallar en mil. Como quisiera retroceder el tiempo para verte una vez más, para rozar mi mano sobre tu mejilla y atracar en esas lindas orejitas de ratón, ¡Mierda! Como te extraño, de verdad fui un tonto y más que tonto, fui un estúpido. De algo que si estoy seguro es que si bajo a este enfurecido mar las olas me golpearan con todas sus fuerzas hasta noquearme o quizás hasta matarme, pues fuiste tú la que me trajo a este hermoso lugar y me dijiste que amabas la preciosa vista del atardecer y lo pasivo que era el mar cuando tú estabas aquí justo donde estoy sentado ahora, quizás el mar está furioso por estar sentado en tu lugar. “Vamos a ver el charquito de agua gigante” decías cuando querías venir a pensar.

Solo me queda esperar que donde quiera que estés seas feliz. Fuera quedo mi egoísmo, mi maldito egoísmo de querer tenerte solo para mí, de alejarte de todos tus amigos por mis estúpidos celos, de obligarte a hacer lo que yo quería que hagas, ¡Por Dios que idiota fui! Siento dentro de mi pecho un hormigueo que sube por mi garganta, recorre mis mejillas y llega a mis ojos un líquido salado que todos llaman lágrimas, lágrimas que se las lleva el viento y espero caigan en el inmenso mar para que se mezclen con él y sepa que estoy muy arrepentido por tratarte tan mal. Ojala, cuando vayas a cualquier otro muelle y veas el mar, este te cuente que me vio llorando y puedas pensar en mí.

Cierro mis ojos y veo tu rostro sonriente, mirándome y diciendo que estas bien en ese viaje sin retorno al que te fuiste. Te prometo, o mejor aún, te juro por este amor que siento en mí ser llevarte esta carta donde quiera que estés, juro que te encontraré porque desde ahora solo caminare hacía donde te gustaba ver, hacía el horizonte. Ahora se porque te gustaba venir acá, porque este aire puro, el sonido del mar y la hermosa vista te hacían pensar mejor. Sé que te fuiste de una manera apresurada, ahora comprendo que ese cáncer te alejó sin tener nada personal contra mí, pero fue demasiado rápido y no me dio tiempo de subsanar mis errores; gracias a este muelle y este mar he podido notar que si te volveré a ver, no en este mundo, pero si en la eternidad.”

El sol se había ocultado por completo, la oscuridad no dejaba ver nada frente a él, solo se escuchaba un tranquilo mar. Eduardo se paró, dobló la hoja en cuatro y la guardó con el lapicero en su bolsillo, se puso las sandalias y empezó a caminar hacía el horizonte.