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miércoles, 23 de febrero de 2011

ODIO = VENGANZA = SUFRIMIENTO


Uno - El celular
Todo empezó (o terminó) en una noche bajo la luz de la luna y con una lluvia que se perdía en su rostro mezclándose con las lágrimas de unos ojos que ya estaban rojos de tanto llorar. No entendía como una simple llamada de seis minutos podía terminar toda una vida junto a ella. La llamada de Teresa puso fin a todo el mundo de Darío. Jamás volvió a ser el mismo desde que Teresa terminó con él tan abruptamente. De un buen chico, con buenos sentimientos y una idea de amor eterno, se volvió un “chico malo”, con sentimientos de venganza y sin esperanzas en el amor.

Dos - Melancolía
Semanas después todo fue un infierno, la melancolía inundaba su mente, su cuerpo, su alma, su corazón. Una melancolía que hasta en ocasiones lo hacían llorar cuando estaba sentado frente al computador de su cuarto, cuando escuchaba música y sonaba una balada de Sin Bandera o cuando iba por la calle y veía los lugares donde la pasaba junto a su amada. Eran en esos momentos cuando todo se derrumbaba.

Tres - Decisión
Darío decidió distraer su mente estudiando. Se dedicó de lleno a los cursos pero parecía que estaba en una guerra sin cuartel con la vida, ya que su tutora se llamaba Teresa, el mismo nombre que su ex. Era un obstáculo por el cual tenía que salir airoso y una prueba para poder olvidarla. Aunque él sabía que sería imposible borrar su pasado con ella, si pudo vivir con el dolor, dolor que poco a poco no dolía tanto.

Cuatro - Soleado
El sol llenaba de alegría el día y los árboles se movían danzantes por la brisa que recorría el parque. El invierno se fue y con él casi todo el sufrimiento. Darío estaba sentado en las bancas del parque con su amiga Ely, discrepando del porqué son tan ricas las hamburguesas. Cierta noche Darío fue a visitarla a su casa, se pusieron a escuchar música echados en la cama. Supuestamente los dos estaban sin pareja por lo que decidieron ser más que amigos, dando rienda suelta a la pasión y al deseo de la carne. Al día siguiente amanecieron entre las sabanas rojas de su alcoba, sus piernas entrelazaban lo que fue una noche de unión y pasión. De un momento a otro tocaron la puerta y perturbaron la tranquilidad Ely. Era su enamorado. Habían engañado por primera vez a Darío. Luego de retirarse de la casa de su “amiga” no supo más de ella. Fue una lección de vida, la dura realidad, y una forma de desenmascarar los viejos tabús de que solo los hombres son mentirosos y embusteros. Ahora si estaba decidido a vengarse de las mujeres.

Cinco –Primer rebote
No le fue nada mal con su plan. Estuvo con muchas mujeres, nunca nada serio, pero sentía que le faltaba ese toque de amor en la cama. Cuando terminaba de hacerlo ya no quería que lo toquen, quería estar solo en su cama y fumarse un cigarrillo para luego bañarse y sentirse vacío. En uno de esos días de locura y sexo sin amor, Teresa (su ex) volvió a hablarle a Darío por medio del messenger y le contó que todo le iba mal con el chico que estaba saliendo. Esto le causo una cierta incomodidad a Darío porque su ex le hablaba de su actual pareja pero a la vez una satisfacción incalculable. Se volvieron a encontrar después de tiempo, se saludaron con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, hablaron un poco y después decidieron ir a la privacidad de una habitación sin nadie alrededor.

Seis -Segundo rebote
El amor de su vida regresó y con ella regresaron los antiguos problemas, las promesas sin cumplir y el despilfarro de dinero en salidas y paseos. Una tarde Darío se vio con una de sus “amiguitas”. Pensó que si se veía con ella ya no tendría la necesidad de ver a Teresa y fue justo como lo pensó. Sin darse cuenta engañaba a Teresa y no se sentía mal, sentía que se estaba vengando, pero en silencio. Después de unos meses de mentiras y engaños, dejaron de frecuentar, era justo como él quería y todo parecía haber terminado, desgastó los últimos estragos de amor que sentía por ella hasta que no quedó amor alguno, solo quedó un cariño minúsculo pero cariño al fin de cuentas.

Siete –Tercer rebote
Era sábado, Darío estaba tirado en su cama boca abajo mirando la agenda de su celular, buscando quien podría hacerle compañía. Llamo a tres amigas pero ellas ya tenían planes, llamó a Teresa y ella tampoco podía ir, no porque tenía planes sino porque no le daban permiso para salir, siempre fue dependiente de sus padres. Con el volumen en alto y escuchando a Calimba se puso a pensar y a preguntarse porque estaba solo esa noche.

Ocho – Me a culpa de Darío, sábado por la noche
Se siente una energía que trasciende por toda la habitación, una energía inmensurable que viene del techo hasta el suelo, como si cayera un baldazo de agua fría con una fuerza descomunal. Ahora sé que las acciones que tomé y el deseo de venganza no fueron las correctas. No soy nadie para juzgar a los demás por más daño que me hayan hecho. Jugar con los sentimientos de las personas es como jugar con una granada de guerra. Quizás sea lo que merezco por multiplicar el dolor que sentí al perder a mi amada, esparcí todo ese dolor con todas las mujeres con que me he acostado y me vengue de Teresa en silencio. Es el precio que tengo que pagar, es el karma de mi vida.

miércoles, 16 de febrero de 2011

LLUVIA



La noche ya imponía su fuerte oscuridad, eran las ocho, hacía frío, un frío helado que traspasaba hasta los huesos, sus dientes sonaban como canicas chocando unas con otras y en su cuerpo recorría un temblor que lo remecía fuertemente.

Liam iba rumbo al hospital para ver a su mejor amiga quien sufrió un accidente automovilístico. En el camino iba presuroso, abrigándose del frío y con leves lágrimas en los ojos recordó como se conocieron.

Él había ido al cine con dos amigos; en la cola para entrar a la sala vio a tres chicas de las cuales solo distinguió a una  porque le pareció estupenda. Tenía unos ojos hermosos que reflejaban la desnudes de su alma y a la vez intimidaban a cualquiera.

Levantó la mano para llamarlas y se colaran a la fila, ellas al ver que la cola no tenia fin fueron hacia él.

-          Hola – dijo preocupado por lo que diría la gente de atrás.
-          Hola y gracias por permitir que nos metiéramos en la fila – dijo ella, con voz baja y una sonrisa culposa.
-          Me llamo Liam – un poco nervioso – él es Carlos y Daniel y ¿ustedes son?
-          Yo me llamo Sheccid, ella es Flor y Roxana.
-          Un gusto – todos se aproximaron a dar sus respectivos saludos con un beso en la mejilla.

Liam aprovechando que sus amigos estaban muy entretenidos con sus nuevas amigas comenzó a hablar con Sheccid, la chica que lo cautivo a primera vista por sus hermosos ojos.

-          ¿Nos conocemos?
-          Mmm… - con un dedo en el mentón y las cejas levantadas – creo que no, creo que es la primera vez que estamos hablando.
-          Yo creo que nos conocimos en mis sueños donde tú eras una princesa y yo tu príncipe.

Los dos soltaron una risa amigable
Ella rió.

Ya estaban por entrar a la sala a ver la película, la gente no se percato de la trampa que hicieron así que todo estaba bien. Sheccid se sentó al lado de Liam y hablaron como si ya se conocieran de años. Esto dio inicio a lo que sería una larga amistad.

Un poco presuroso por ver a su entrañable amiga llego a la esquina del hospital y empezó a llover a cantaros, él estaba apoyado con una mano en la pared empapado, con la respiración agitada y mirando al piso recordó cuando ella le contó que le iba a aceptar la propuesta de matrimonio de su enamorado.

-          ¡Como que le vas a decir que si! – Liam estaba alterado.
-          Así como lo oyes – ella estaba sentada en las escaleras de su casa – ya llevo dos años con él y no veo porque no, además no entiendo porque te pones así.
-          Es que es muy pronto – afirmó.
-          Yo creo que no – lo miraba con ternura, como diciendo: no quiero pero tú no haces nada para impedirlo.
-          Es que… - hubo un silencio, los dos se miraban – es que… yo te a…
-          ¿No quieres que me case con él porque me amas? – dijo ella – ¿Es eso? Dime, entre nosotros hay confianza.
-          Tenemos 3 años de amistad – con voz baja – y no quiero que te cases con él y no sé porque.

Ella se levantó y con una caricia suave en la mejilla le dijo que lo pensaría un tiempo más.

El frío ya era implacable y dando los últimos pasos para llegar a la puerta del hospital pensaba que la amaba con todo el amor que uno se puede imaginar y que era un tonto por no decirle en su debido momento.

Ya en la recepción pregunto por ella y la enfermera le dijo que su amiga estaba en urgencias. Se apresuro por los pasillos chocando con las camillas y las enfermeras, él quería decirle que la amaba, que se enamoro de ella desde la primera vez que la vio y que era un tonto. Al llegar a urgencias le pregunto al doctor a cargo si su amiga estaba bien.

-          ¿Tú eres el amigo de la chica que choco su auto? – tenía una voz ronca y una mirada fría como si ya estuviera acostumbrado a ver todo tipo de accidentes.
-          ¡Si! – exclamo en voz alta – como esta ella, dígame doctor.
-          Lo lamento amigo pero no pude hacer nada por ella – le puso la mano en el hombro y se alejó de él dejándolo parado, inmóvil, petrificado por la noticia.

Cayó de rodillas y golpeo el piso con sus puños llorando porque nunca le dijo que la amó desde el principio.

Se escuchaban unos pasos detrás de él.

-       ¡Porque nunca te dije que si te amaba! – gritaba en el pasillo del hospital - ¡Soy un tonto! – los pasos se detuvieron
- ¡Eras todo para mí! ¡Me arrepiento de no habértelo dicho cuando me preguntaste!

Una mano reposo en su espalda y le dijo

-          Yo también te amo Liam, tuviste que esperar todo esto para decírmelo.

Él volteó rápido y vio que era Sheccid con una venda en el brazo por el choque y no entendía. Se levantó y mirándola a los ojos la besó.


-          Te amo mucho, pensé lo peor, ese maldito doctor que no sabe dar información – con los ojos húmedos por la terrible confusión.
-          El doctor se equivoco – estaban abrazados – fue otro accidente.
-          Ahora estoy feliz y me alegro – Sheccid estaba muy contenta, sonriendo y llorando de felicidad.
-          Ahora que sabemos lo que sentimos el uno al otro todo será mejor – Liam estaba feliz después de imaginar lo peor y ver que era una equivocación se sentía bien con él y con ella entre sus brazos.


miércoles, 9 de febrero de 2011

MENTIRAS BLANCAS

Estaba almorzando un rico plato de ají de gallina, cuando de repente, miro el reloj que esta en la pared del comedor y daban las 12:30 p.m. A esa hora ya tendría que estar en el paradero esperando el colectivo que siempre tomo para ir a la universidad. Terminé en menos de tres minutos, me despedí de mi madre con un beso y salí corriendo.

Cuando estaba a bordo me senté casi al fondo, al lado de una señora  de grandes proporciones, me acomodé como pude, saqué mi libro y empecé a leer.
A los cinco minutos de estar hundido en el maravilloso universo de la lectura, subió un señor de cabello negro, trigueño, "llenito", de unos cincuenta años; sacó de su maletín una bolsa de caramelos y se paró frente a todos. Lo que me llamó la atención fue que este sujeto traía puesta una camisa blanca, pantalón de vestir azul y unos zapatos negros muy empolvados. 

¿Si supuestamente es pobre y vende caramelos, no sería lógico que traiga una ropa más vieja? Así daría más pena y sería más creíble que necesita dinero, ¿O es que quiere que la gente piense que no es un perdido y quiere causar una buena impresión? En ese momento mi mente viajó al pasado, cuando discutía con mi madre sobre que ropa debería ponerme para una entrevista de trabajo.
-       ¡Mamá no quiero ponerme esos zapatos y esa camisa! – decía yo con voz alterada y protestante – mejor voy con la ropa de siempre
-       No entiendes que no estas yendo a cualquier lugar, estas yendo a una entrevista de trabajo – dijo mi madre
-       Pero con la ropa de calle me siento más cómodo, esos zapatos me hacen doler los pies
-       ¡Ya estas poniendo excusas! – ya estaba gritando - ¡si vas con tu querida ropa de calle es posible que ni te entrevisten! ¡ya te quiero ver cuando te boten!
En ese momento sucumbí ante los gritos implacables de mi madre, (no se si me dan terror o no quiero verla gritar. En cualquier caso creo que son las dos porque no quiero verla gritar por terror a ellos).
-       Ya, esta bien mamá -  empecé a vestirme como ella quería y como debe de ser
-       Hijo, acuérdate que siempre que vayas a presentarte a un trabajo sea de prestigio o no vístete ropa de vestir porque la primera impresión da mucho que hablar de tí – ya estaba más calmada

Siempre que vayas a presentarte a un trabajo sea de prestigio o no vístete con ropa de vestir”. Quizás este señor (vendedor de caramelos) quiere dar una buena impresión.

Comenzó a contar su historia y porque trabajaba con esa ropa.
Disculpen que los moleste en su cómodo viaje, yo soy un humilde padre de familia que tiene tres hijos que mantener y me gano la vida honradamente. No tengo trabajo fijo por esas cosas de la vida pero tengo salud para sacar adelante a mis niños. De repente ustedes se preguntan porque llevo puesta esta ropa elegante, yo les voy a contar la verdad. Mis hijos están en el colegio y ellos piensan que yo voy a trabajar a  una oficina, no quiero que me vean como un fracasado y que sus amigos se burlen de ellos. Se que algún día se enterarán pero quiero que cuando lo hagan ya hayan terminado la secundaria”.

Estas palabras me hicieron recordar a una película que vi; en la que un papá le decía a su hijo de dieciséis años que su hermano mayor estaba trabajando en EE.UU. Un día el papá le trajo un reloj y le dijo que su hermano se lo había mandado. Una tarde cuando el joven salió a jugar con sus amigos vio que el supuesto reloj enviado por su hermano del extranjero estaba en remate a cuatro cuadras de su casa. El joven siempre se preguntaba donde iba su papá todas las tardes, por lo que decidió seguirlo. Al conocer la ruta y el lugar que su papá siempre visitaba, fue solo al día siguiente y se dio con la sorpresa de que su hermano mayor vivía en un túnel bajo la carretera principal llena de drogadictos. Cuando regresó a su casa estaba conmocionado y a la hora de la cena hablo con su papá. Le dijo que había visto a su hermano mayor, su papá lo miró y se puso a llorar, el joven al ver a su papá destruido por ya no poder ocultarle la verdad le dijo que vio a su hermano vía cámara web de una cabina de Internet y le estaba yendo bien en EE.UU. Y que le mandaba muchos saludos. El papá se paró de la mesa y abrazó a su hijo. Esta película me hizo ver que no todos los problemas familiares separan a las familias, hay otras que las unen más. Espero que cuando los hijos de este señor se enteren de la verdad se unan más a él. Como en la película.

Creo que dijo la verdad, nunca vi (o no me acuerdo) a un sujeto con esa historia, una historia que me hizo recordar los consejos de mi madre y una buena película. Cuando terminó de hablar se dirigió a los asientos ofreciendo sus caramelos. Casi todos le compraron y cuando ya estaba por llegar a mí, la señora que estaba a mi lado dijo “si será verdad todo lo que ha dicho” yo le respondí mentalmente diciendo “si es verdad, este tipo es muy trabajador y piensa mucho en sus hijos y si es mentira, la sabe hacer”. Cuando llego a mi asiento le di dos soles y agarré solo cinco caramelos de los veinte, él me miró y dijo “gracias”. El tipo bajo del carro y yo seguí mi camino. El carro iba avanzando y yo pensando en cuantas personas harán lo mismo, engañar a su familia por un propósito bueno, ¿es verdad que el fin justifica los medios? Quizás si, quizás no, cada uno tiene sus opiniones, sin embargo, creo que los medios de esta persona justificaban su fin.