La noche ya imponía su fuerte oscuridad, eran las ocho, hacía frío, un frío helado que traspasaba hasta los huesos, sus dientes sonaban como canicas chocando unas con otras y en su cuerpo recorría un temblor que lo remecía fuertemente.
Liam iba rumbo al hospital para ver a su mejor amiga quien sufrió un accidente automovilístico. En el camino iba presuroso, abrigándose del frío y con leves lágrimas en los ojos recordó como se conocieron.
Él había ido al cine con dos amigos; en la cola para entrar a la sala vio a tres chicas de las cuales solo distinguió a una porque le pareció estupenda. Tenía unos ojos hermosos que reflejaban la desnudes de su alma y a la vez intimidaban a cualquiera.
Levantó la mano para llamarlas y se colaran a la fila, ellas al ver que la cola no tenia fin fueron hacia él.
- Hola – dijo preocupado por lo que diría la gente de atrás.
- Hola y gracias por permitir que nos metiéramos en la fila – dijo ella, con voz baja y una sonrisa culposa.
- Me llamo Liam – un poco nervioso – él es Carlos y Daniel y ¿ustedes son?
- Yo me llamo Sheccid, ella es Flor y Roxana.
- Un gusto – todos se aproximaron a dar sus respectivos saludos con un beso en la mejilla.
Liam aprovechando que sus amigos estaban muy entretenidos con sus nuevas amigas comenzó a hablar con Sheccid, la chica que lo cautivo a primera vista por sus hermosos ojos.
- ¿Nos conocemos?
- Mmm… - con un dedo en el mentón y las cejas levantadas – creo que no, creo que es la primera vez que estamos hablando.
- Yo creo que nos conocimos en mis sueños donde tú eras una princesa y yo tu príncipe.
Los dos soltaron una risa amigable
Ella rió.
Ya estaban por entrar a la sala a ver la película, la gente no se percato de la trampa que hicieron así que todo estaba bien. Sheccid se sentó al lado de Liam y hablaron como si ya se conocieran de años. Esto dio inicio a lo que sería una larga amistad.
Un poco presuroso por ver a su entrañable amiga llego a la esquina del hospital y empezó a llover a cantaros, él estaba apoyado con una mano en la pared empapado, con la respiración agitada y mirando al piso recordó cuando ella le contó que le iba a aceptar la propuesta de matrimonio de su enamorado.
- ¡Como que le vas a decir que si! – Liam estaba alterado.
- Así como lo oyes – ella estaba sentada en las escaleras de su casa – ya llevo dos años con él y no veo porque no, además no entiendo porque te pones así.
- Es que es muy pronto – afirmó.
- Yo creo que no – lo miraba con ternura, como diciendo: no quiero pero tú no haces nada para impedirlo.
- Es que… - hubo un silencio, los dos se miraban – es que… yo te a…
- ¿No quieres que me case con él porque me amas? – dijo ella – ¿Es eso? Dime, entre nosotros hay confianza.
- Tenemos 3 años de amistad – con voz baja – y no quiero que te cases con él y no sé porque.
Ella se levantó y con una caricia suave en la mejilla le dijo que lo pensaría un tiempo más.
El frío ya era implacable y dando los últimos pasos para llegar a la puerta del hospital pensaba que la amaba con todo el amor que uno se puede imaginar y que era un tonto por no decirle en su debido momento.
Ya en la recepción pregunto por ella y la enfermera le dijo que su amiga estaba en urgencias. Se apresuro por los pasillos chocando con las camillas y las enfermeras, él quería decirle que la amaba, que se enamoro de ella desde la primera vez que la vio y que era un tonto. Al llegar a urgencias le pregunto al doctor a cargo si su amiga estaba bien.
- ¿Tú eres el amigo de la chica que choco su auto? – tenía una voz ronca y una mirada fría como si ya estuviera acostumbrado a ver todo tipo de accidentes.
- ¡Si! – exclamo en voz alta – como esta ella, dígame doctor.
- Lo lamento amigo pero no pude hacer nada por ella – le puso la mano en el hombro y se alejó de él dejándolo parado, inmóvil, petrificado por la noticia.
Cayó de rodillas y golpeo el piso con sus puños llorando porque nunca le dijo que la amó desde el principio.
Se escuchaban unos pasos detrás de él.
- ¡Porque nunca te dije que si te amaba! – gritaba en el pasillo del hospital - ¡Soy un tonto! – los pasos se detuvieron
- ¡Eras todo para mí! ¡Me arrepiento de no habértelo dicho cuando me preguntaste!
Una mano reposo en su espalda y le dijo
- Yo también te amo Liam, tuviste que esperar todo esto para decírmelo.
Él volteó rápido y vio que era Sheccid con una venda en el brazo por el choque y no entendía. Se levantó y mirándola a los ojos la besó.
- Te amo mucho, pensé lo peor, ese maldito doctor que no sabe dar información – con los ojos húmedos por la terrible confusión.
- El doctor se equivoco – estaban abrazados – fue otro accidente.
- Ahora estoy feliz y me alegro – Sheccid estaba muy contenta, sonriendo y llorando de felicidad.
- Ahora que sabemos lo que sentimos el uno al otro todo será mejor – Liam estaba feliz después de imaginar lo peor y ver que era una equivocación se sentía bien con él y con ella entre sus brazos.